El arte en el Renacimiento
  Pintores del Quattrocento
 





La búsqueda de un sistema de representación que permitiera reflejar sobre el plano la profundidad de las tres dimensiones de la naturaleza produjo la técnica de la perspectiva. El sistema al que se llegó ha sido la gran aportación de los artistas italianos.

Entre las grandes figuras que dio Italia en la pintura de esta época cabría nombrar a cuatro artistas muy importantes como fueron: Piero Della Francesca, Sandro Botticelli, Masaccio y Fra Angélico.

- PIERO DELLA FRANCESCA.

Habiendo sido considerado maestro excepcional y divino en resolver las dificultades del dibujo de los cuerpos regulares, de la artmética y de la geometría, al llegar a la vejez, debido a la ceguera y a causa de la muerte, no pudo revelar sus esfuerzos virtuosos y los muchos libros que escribió y que se conservan todavía hoy en su patria.



Piero nació en el Borgo, que actualmente es ciudad, y tomó el nombre della Francesca de su madre que fue quien lo crió y educó. Piero estudió matemáticas en su juventud y gracias a sus admirables frutos en esta disciplina y en la pintura, Guidobaldo da Montefeltro, el viejo duque de Urbino, lo contrató para hacer muchos dibujos; su obra se caracteriza por un gran orden compositivo, la quietud de sus composiciones y la luminosidad de su colorEl orden en él es un principio, sus obras tienen dominio total del dibujo, los contornos son nítidos y las formas adoptan temas uniformes. Es muy bueno en el retrato, busca imprimir el carácter de la figura retratada sin idealizar (suele hacer los retratos de perfil).
Una vez que hubo adquirido fama y nombre en esta corte, quiso darse a conocer en otros lugares.

Después de Milán y Roma, cuando acabó su obra, volvió a Borgo, debido a la muerte de su madre: en la iglesia parroquial hizo un fresco con dos santos que se consideran muy bellos. Pero sobre cualquier otra consideración acerca de la habilidad y el arte de Piero se encuentra la de haber representado la noche y un ángel en escorzo que baja volando con la cabeza por delante trayendo el signo de la victoria Constantino, que duerme en una tienda guardada por un sirviente y algunos hombres armados y oscurecidos por las tinieblas de la noche; con su propia luz ilumina la tienda, a los hombres armados y todos los alrededores. Esta composición es muy apropiada porque en esta oscuridad Piero da a entender lo importante que es imitar las cosas verdaderas, y referirse constantemente a la naturaleza de lo copiado. Debido a la maestría con que lo hizo, los modernos le siguieron y han logrado alcanzar la suma perfección que se puede apreciar hoy en sus obras.

A Piero le gustaba mucho hacer modelos de barro y colocarles encima ropajes suaves, para copiarlos con infinidad de pliegues.
Piero fue un gran estudioso del arte, y valía tanto para la perspectiva, que nadie le superaba en los asuntos relativos al conocimiento de Euclides; comprendió mejor que ningún otro geómetra el trazado del giro de los cuerpos regulares, y las mayores aclaraciones sobre este problema provienen de su pluma.

Dejó en el Borgo una excelente escuela, los artistas tras su muerte le otorgaron el título de mejor geómetra de sus tiempos, porque seguramente sus perspectivas tienen una modernidad, un mejor diseño y una mayor gracia que ninguna otra.

- SANDRO BOTTICELLI.

La naturaleza se esfuerza en conceder a muchos la virtud, y a cambio los hace descuidados, pues, como no piensan en el fin de sus vidas adornan a menudo sus muertes con el hospital igual que en vida honraron al mundo con sus obras. En el colmo de su felicidad están sobrecargados de los bienes de la fortuna que deben conservar en una parte para la vejez y las incomodidades, de tal forma que no se cierna sobre ellos la necesidad que nace a cada momento; como extrañamente acució a Sandro Botticelli.



Hijo del ciudadano florentino Mariano Filipepi, que lo educó y lo instruyó en todas las cosas que se enseñan habitualmente a los muchachos en esta ciudad antes de que ingresen en los talleres. Aunque aprendía con gusto todo lo que quería, siempre estaba inquieto. No se contentaba con ninguna escuela, de lectura, escritura o ábaco, de tal forma que el padre, fastidiado a causa de un exatravagante cerebro lo colocó de orfebre con un amigo suyo llamado Botticello, maestro por entonces bastante competente en este arte. Sandro,  que era una persona despierta y se sentía inclinado hacia el diseño, enamorado de la pintura, se dispuso a volcarse en ese arte.

Entregado a este arte, siguió e imitó tan fielmente a su maestro, que Fra Filippo le tomó cariño y le enseñó de tal modo que alcanzó un grado que nadie hubiera podido imaginar. Hizo muchísimas obras como la tabla de las Virtudes en Florencia, un fresco para la familia Vespucci, una tabla con la coronación de la Virgen y un coro de ángeles por encargo del Gremio de Porta Santa Maria, etc. Para distintas casas de la ciudad pintó tondos y muchos desnudos femeninos como el Nacimiento de Venus, o la representación de la Primavera.

Este pintor significa el triunfo de la pintura humanista y la renovación total de la escuela florentina en la segunda mitad del siglo XV.
Sus obras principales muestran como se introdujeron los temas paganos dentro del arte, utiliza también temas religiosos y en le época del momento gustaba mucho su forma de entender la pintura.
En 1470, tenía ya un taller propio en Florencia donde le llegaban encargos. Él competía con los pintores de la época y también con algunos más jóvenes como Leonardo DaVinci. En sus obras crea un mundo formal propio que se caracteriza por:
1. Sutil ritmo lineal del cuerpo y de las vestimentas.
2. Cuerpos que pierden la rigidez y que inclinan suavemente la cabeza.
3. Rostros que reflejan melancolía con suaves sonrisas.

Se mereció verdaderamente Sandro los elogios por todas las pinturas qye hizo, a las que impulsaban el amor y el afecto, y aunque se encaminó hacia las cosas mundanas, y la hipocresía suele conevrtir en insoportables las bellas consideraciones del arte, ello no quita que sus pinturas sean muy bellas y muy alabadas.

- MASACCIO.

La benigna madre naturaleza acostumbra, cuando ha hecho una persona excelente profesión, a no hacerla sola, sino al mismo tiempo, y junto a aquélla, hacer otra para que compitan entre sí, y para que puedan favorecerse mutuamente en la virtud y dar impulso con excelencia a las artes en las que obran, en beneficio del universo.
Que esto es verdad lo demuestra el hecho de que Florencia haya producido en una misma época a Brunelleschi, Donatello, Ghiberti y Masaccio, excelentísimos cada uno en su género, época que no sólo desterró los estilos toscos y rudos que habían subsistido hasta ese momento, sino que, gracias a sus hermosas obras, incitó y encendió los ánimos de los que vinieron después.Tanto es así que se dice que la figura de Masaccio en pintura equivale a la de Brunelleschi en arquitectura.

 Masaccio

La deuda por el buen estilo de las pinturas la tenemos sobre todo con Masaccio, porque fue el primero en pintar los pies sobre el plano, en escorzo, desterrando así la torpezade hacer las figuras de puntillas; y además por haber por haber concedido tanta vivacidad y tanto volumen a las pinturas, que merece verdaderaente que se le reconozca casi como el inventor de este arte. Sus pinturas parecían mucho más vivas y reales que las de sus competidores de la época.
Era una persona muy distraída y obsesiva, como quien, habiendo puesto todo su ánimo y voluntad en los asuntos del arte, se preocupase poco de sí mismo y de los demás.

Los contornos de sus figuras y su forma de pintar eran tan modernos, que sus obras pueden seguramente resistir la comparación con el dibujo y el colorido modernos. Meditaba mucho sus obras, y fue habilidoso y admirable en las dificultades propias de las perspectiva. Se preocupó más que los otros maestros de hacer desnudos y escorzos, poco usuales antes de él. Tenía mucha facilidad en su oficio para hacerlos, así como para trazar con simplicidad los ropajes. Su forma de pintar adopta todas las novedades de su época. Las formas emplean el color por encima del dibujo y el resultado son cuerpos muy definidos en cuanto al volumen.Los escenarios tienen una lograda profundidad y captación del ambiente atmosférico.

Realizó obras como una Trinidad, una pedrela de una tabla y una Natividad en Santa Maria Novella; una tabla con un infinito número de pequeñas figuras en una capilla del crucero de la iglesia Camino de Pisa, etc. Colaboró con otros pintores en los frescos de diferentes iglesias. Entre 1426- 1427 realizó los frescos de la Capilla Brancacci; son los más importantes porque se sabe que son de él aunque como murió realizándolos se sabe que los acabó Filipo Lippi, organiza en el mural tres escenas consecutivas del mismo suceso que nos permiten hacer una lectura del hecho.
 
Como no se sentía cómodo en Florencia, decidió irse a Roma para aprender y superar al resto, así lo hizo, y logró alcanzar una gran fama.
Todos los que han intentado aprender ese arte de la pintura, han ido siempre a estudiar, en cualquier obra, y a aprehender los preceptos y las reglas del buen hacer de las figuras de Masaccio.

A pesar de la reputación de sus obras, existe una firme creencia de muchos, que era que habría dado muchos más frutos al arte si la muerte que le sobrevino a los 26 años no se lo hubiera impedido. 

- FRA ANGÉLICO.

Ciertamente quien hace obras eclesiásticas y santas tendría que ser siempre eclesiástico y santo, porque bien se ve que, cuando son ejecutadas por personas que creen poco o no estiman mucho la religión, hacen a menudo que la emnte caiga en apetencias deshonestas y deseos lascivos.

 Fra Angélico

Fra Giovanni de Fiesole (Fra Angélico), fue realmente muy santo y sencillo; en su relación con el Papa Nicolas V, rehuyó todas las tentaciones del mundo, su persona se ocupó continuamente de la pintura, y nunca quiso trabajar otras cosas que no fueran santos. Pudo ser rico, y no le preocupó; pudo mandar a muchos, y lo evitó; pudo obtener nombramientos entre los hermanos y entre otros, y lo desestimó.
Era muy humano y muy sobrio y viviendo castamente se desligó de los lazos del mundo, solía decir que quien se dedica a este arte tiene necesidad de tranquilidad, de vivir sin preocupaciones y de atender el alma, y quien hace cosas referentes a Cristo, con Cristo debe estar siempre. Sus razonamientos eran humildes y modestos, sus obras se consideraron muy hermosas y excelentes. En su vida secular le llamaron Guido, apodado Guidolino. Cuando llegó a ser fraile de San Marcos en Florencia, se le llamó Fra Giovanni Angelico de los hermanos predicadores.

Fue en sus obras muy simple y devoto y en verdad se puede afirmar que ningún santo tiene un aspecto más modesto, digno de un santo, que los que aparecen en sus obras.

Antes de ser fraile ya era pintor y miniaturista. Trabajó mucho obras al fresco y también sobre tabla como en la capilla de la Nunziata en Florencia o en Santo Domingo de Fiesole. Tenía por costumbre no retocar o repintar ninguna de sus pinturas, sino dejarlas siempre en el modo en que habían quedado la primera vez, porque creía que esa era la voluntad de Dios. Sus composiciones se caracterizan por la dulzura de los modelos, de belleza idealizada y actitudes serenas. En la actitud de sus figuras se puede ver la bondad de su gran alma en la religión cristiana.
 Es la unión entre el gótico y el Renacimiento; en su pintura recuerdan al gótico los tonos dorados y la minuciosidad en los paisajes. También trabaja la perspectiva.

Fra Angélico era tan constante en el arte, que trabajó infinitas obras que han desaparecido, a pesar de lo cual todavía se encuentran algunas en distintos lugares. 
Murió a los 69 años, en el 1455, dejó varias obras a sus discípulos y fue sepultado por sus hermanos en Santa Maria sopra Minerva en Roma.

 
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